Una ciudad subterránea de 2.000 años en Turquía descubierta por pura casualidad

Lo que comenzó como una simple renovación doméstica en la década de 1960 se convirtió en uno de los hallazgos arqueológicos más sorprendentes de la era moderna. Mientras reparaba su casa, un propietario turco siguió a sus gallinas a través de una abertura en la pared de su sótano, solo para descubrir un pasadizo oculto. Ese pequeño hueco reveló la entrada a Derinkuyu, una extraordinaria ciudad subterránea que alguna vez dio refugio a decenas de miles de personas.

Un mundo oculto bajo la superficie

Ubicada en Capadocia, en el corazón de Anatolia, Derinkuyu desciende más de 85 metros bajo tierra, lo que la convierte en una de las ciudades subterráneas más grandes y profundas conocidas. Las investigaciones han demostrado que está conectada con más de 200 asentamientos subterráneos más pequeños, y que más de 600 casas en la superficie tenían acceso directo a sus túneles.

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Dentro de este extenso laberinto, los arqueólogos han identificado 18 niveles con viviendas, almacenes, cocinas, establos, escuelas, bodegas e incluso una capilla. Un ingenioso sistema de ventilación garantizaba la circulación de aire fresco, mientras que el suministro de agua subterránea permitía la vida prolongada en su interior.

La vida bajo tierra

A pesar de su compleja ingeniería, la vida en Derinkuyu no era sencilla. Los habitantes dependían de antorchas para iluminar los pasillos y utilizaban recipientes sellados para gestionar los desechos. También había zonas designadas para entierros, lo que demuestra que las estancias podían ser largas. Para protegerse, enormes puertas circulares de piedra —algunas de cientos de kilos— podían bloquear los corredores desde dentro. Los túneles eran estrechos a propósito, permitiendo a los defensores controlar todos los accesos durante una amenaza.

Orígenes y relevancia histórica

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Los orígenes de Derinkuyu siguen siendo tema de debate. Aunque existen referencias antiguas que mencionan el asentamiento ya en el año 370 a. C., muchos académicos creen que los primeros niveles fueron excavados por los hititas alrededor del 1200 a. C.. Con el tiempo, diversas civilizaciones —incluidos los frigios, persas, cristianos bizantinos y, más tarde, los griegos capadocios— ampliaron y adaptaron esta compleja red subterránea.

La ciudad alcanzó su mayor importancia en el siglo VII, cuando se estima que unas 20.000 personas buscaron refugio allí durante los conflictos entre árabes y bizantinos. Derinkuyu continuó habitada hasta principios del siglo XX, cuando la población griega capadocia abandonó la región tras el intercambio de población greco-turco de 1923.

Un monumento a la creatividad humana

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Derinkuyu se abrió al público en 1969 y fue incluida en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1985. Hoy en día, los visitantes pueden recorrer sus túneles y experimentar de primera mano uno de los ejemplos más fascinantes de ingeniería, resiliencia e ingenio humano.