Lo que comenzó como un paseo relajado por la playa de Middleton Sands, en el Reino Unido, terminó convirtiéndose en un momento inolvidable para Gary y Angela Williams, de Lancashire. Mientras caminaban por la orilla, algo parcialmente enterrado en la arena llamó su atención: un objeto extraño con una forma inusual que despertó su curiosidad.
A primera vista, el hallazgo parecía un huevo de dinosaurio. Aunque no estaban seguros de qué habían encontrado, decidieron examinarlo con más detenimiento. Su intuición fue acertada: la supuesta “piedra” resultó ser ámbar gris, una de las sustancias naturales más valiosas del mundo.

El ámbar gris es un material extremadamente raro que se forma en el sistema digestivo de los cachalotes. Aunque en su estado natural suele desprender un olor intenso y poco agradable, desempeña un papel importante en la industria del perfume. Tal como explica la revista Discover, el ámbar gris se utiliza en fragancias de lujo porque ayuda a fijar los aromas y prolongar su duración.

Su origen es igualmente fascinante: cuando los cachalotes ingieren objetos duros, como los picos de calamar, su organismo los envuelve con una sustancia cerosa para protegerse. Con el tiempo, ese material se endurece en bloques sólidos que el animal finalmente expulsa. Tras meses o incluso años de exposición al sol y al agua marina, estos fragmentos se transforman en ámbar gris, apreciado por su aroma cálido y persistente.

Gary describió la pieza que encontraron como cerosa al tacto, con un olor fuerte que recordaba a una mezcla de pescado y establo. A pesar de su apariencia poco llamativa, su hallazgo de 1,5 kilogramos fue valorado en casi 70.000 dólares.

Dado que el ámbar gris proviene de mamíferos marinos protegidos, su comercio está restringido o prohibido en varios países. Sin embargo, en los lugares donde es legal, sigue siendo uno de los tesoros más inusuales y codiciados que el mar puede entregar.
Lo que empezó como un paseo común por la playa terminó siendo una experiencia extraordinaria, una prueba de que los descubrimientos más sorprendentes pueden aparecer cuando menos se esperan.