Cuando compré un toro Black Angus registrado por 6.500 dólares, no pude evitar preguntarme si había cometido un error costoso.
Se veía fuerte y bien desarrollado, pero al integrarse en mi rebaño, parecía más interesado en pastar que en prestar atención a las vacas.
Preocupado, llamé al veterinario para que lo examinara. Después de una revisión completa, me dijo que el toro estaba perfectamente sano; solo necesitaba un poco más de experiencia y confianza.
El veterinario recomendó administrarle diariamente un suplemento especializado.

Para mi sorpresa, el cambio fue casi inmediato. En apenas dos días, el toro se volvió mucho más activo y participativo dentro del rebaño. Incluso empezó a saltar cercas para visitar los pastizales vecinos.
Lo que comenzó como una inversión preocupante terminó convirtiéndose en una de las decisiones más rentables que he tomado en la granja. ¿Y lo más curioso? Ese suplemento tan efectivo tenía un refrescante sabor a menta.